Autora: Dra. Raquel Medina
“Mañana tengo un examen. ¿Qué hago…? Ya sé, estudio durante la noche y ya mañana descansaré después del examen”.
En cuantas ocasiones nos hemos encontrado ante esta tesitura y hemos elegido trasnochar el día antes de un examen. Y para ser sincera, yo también lo he hecho alguna vez durante mi carrera universitaria.
La población estudiantil universitaria no se ha tenido nunca en consideración como posibles afectados de problemas de sueño. Tendemos a idealizar que las personas jóvenes no deben tener esta clase de problemas. Sin embargo, son personas muy susceptibles de padecer trastornos del sueño debido a su ritmo de vida, los exámenes y su vida social. Si examinamos la población española comprendida entre edades estudiantiles se observa que la prevalencia entre estudiantes universitarios de trastornos de sueño se sitúa en torno al 70 %, lo que genera un problema muy importante en este estrato de la población. Por tanto, ¿podríamos hipotetizar que el fracaso o la disminución del rendimiento universitario tiene relación con la calidad del sueño?
Diferentes investigaciones en los últimos años recalcan la importancia de dormir para la consolidación de la memoria. No solo la consolidación de recuerdos, también la codificación en sí mismo está influenciado negativamente por la privación del sueño. Todas estas competencias cognitivas del aprendizaje son de gran importancia durante la educación superior, a menudo considerado el período de aprendizaje más exigente y desafiante en la vida. Especialmente se espera que los estudiantes universitarios retengan una gran cantidad de conocimiento complejo en corto período.
Muchos estudios sugieren que el momento del sueño, así como su la calidad y la cantidad están vinculadas con las habilidades de aprendizaje de los estudiantes y rendimiento académico y que se en afectado crónicamente debido a la privación de sueño. El sueño juega un papel fundamental en la transferencia de información del hipocampo al neocórtex; esto quiere decir que es como si los sucesos ocurridos durante el día se escribieran en un archivo de texto (hipocampo) y durante el sueño se procedieran a guardar en la memoria interna del ordenador. Para así quedar guardado y procesado gracias al neocórtex (así lo especifica varios investigadores en un estudio del 2020 dirigido por Grimaldi).
Por otro lado, es necesario mencionar los factores estresantes crónicos, dado que tienen efectos marcados sobre la arquitectura del sueño y los ritmos circadianos. Tanto el sueño como el estrés están estrechamente relacionados con el eje hipotálamo-pituitario-adrenal, el cual, es el eje que recibe información del estrés y la transmite a las glándulas suprarrenales para producir cortisol, también llamada hormona del estrés).
Los estudiantes universitarios suelen experimentar una serie de problemas para dormir que pueden afectar el rendimiento académico, la salud y el estado de ánimo. Un problema común del sueño entre los estudiantes universitarios es la propia falta de sueño y la somnolencia diurna (tener sueño durante el día) excesiva resultante. Según la National Sleep Foundation el 59% de los adultos de entre 18 a 29 años se describen a sí mismos como noctámbulos. Esto produce dificultad para conciliar el sueño a horas tempranas en la noche y no poder dormir lo suficiente debido a la obligación de levantarse temprano para asistir a clase. Además, el sueño puede sacrificarse voluntariamente debido a factores sociales o restringirse involuntariamente debido a vivir en una residencia o apartamento ruidoso.
Los trastornos del sueño se han convertido en una queja común entre los estudiantes universitarios de todo el mundo, probablemente como resultado del estrés debido al aumento de las demandas académicas, nuevas oportunidades sociales, y un cambio repentino en el entorno para dormir. Los estudios actuales en este campo han establecido la prevalencia de trastornos del sueño entre estudiantes universitarios como el insomnio, síndrome de piernas inquietas (SPI), trastornos del ritmo circadiano (ERC), trastornos afectivos, la narcolepsia y la apnea obstructiva del sueño (AOS). Estos trastornos pueden varían según el género, el nivel socioeconómico y la cultura.
La relación entre el sueño y el rendimiento académico está bien establecida. El sueño inadecuado conduce a un aumento de la somnolencia, que posteriormente disminuye el estado de alerta mental y concentración. Esto puede afectar la capacidad de afrontar tareas que implican resolución de problemas, memoria y atención al detalle. Por lo tanto, los estudiantes que sufren de trastornos del sueño tienen un mayor riesgo de fracasar académicamente, con un menor promedios de calificaciones.
Concluimos que, efectivamente, no dormir bien va a afectar al rendimiento académico y a las notas de los exámenes. Por tanto, no es buena idea no dormir la noche anterior, dado que lo que se memorice para ese examen, en cuestión, no va a quedar grabado en la memoria interna. Esto se traduce en que hay más probabilidades de salga mal la prueba académica. De hecho, es necesario que el estudiante tenga una buena rutina de sueño y ritmo circadiano para consolidar mejor el aprendizaje y que sus calificaciones sean mas satisfactorias. Por tanto, es mejor dormir bien antes de un examen.
Dra. Raquel Medina
- GRADO EN FISIOTERAPIA. Universidad de Las Palmas de Gran Canaria.
- MÁSTER OFICIAL EN GESTIÓN SANITARIA. Universidad a distancia de Madrid. UDIMA.
- DOCTORADO EN INVESTIGACIÓN y DOCENCIA APLICADA A LAS CIENCIAS SANITARIAS Universidad de Las Palmas de Gran Canaria.
- MÁSTER EN MEDICINA deL SUEÑO. Universidad de Murcia.